Psicologia Sanitaria

EXPLICANDO EL ABORDAJE, EMDR

Según las guías clínicas uno de los mejores tratamientos para el TEPT (trastorno por Estrés Post Traumático) es el EMDR, desde este abordaje también existen protocolos para prevenir y para tratar el DUELO y evitar así que el TEPT aparezca en tu vida. ¿Pero qué es EMDR?

El cerebro, al igual que el resto del cuerpo, tiene un sistema de “autocuración”. Cuando, por ejemplo, nos hacemos un corte en un brazo, las plaquetas irán a esta zona para evitar que sangremos en exceso y cerrar la herida; los glóbulos blancos se encargarán de los posibles agentes patógenos, evitándonos infecciones. Así, el cerebro, también nos intenta curar cuando tenemos heridas emocionales. Esto sucede al parecer durante la fase del sueño llamada fase REM. Es también en esta fase en la que tenemos los sueños. Éste curar, no es otra cosa que metabolizar lo sucedido, digerirlo, desechando aquello que no nos sirve y asimilando lo que necesitamos.

En ocasiones, como cuando tenemos una fractura abierta en un hueso, al cuerpo le cuesta mucho arreglar el desaguisado por sí mismo, y necesita de ayuda externa, es decir, necesita de medicina y médicos. Cuando tenemos un Trauma (con t mayúscula), como por ejemplo una violación, la muerte de un ser querido, un accidente grave, catástrofe natural o causada por el ser humano como es un atentado, el cerebro normalmente no puede “digerir” o “curar” éste hecho de forma totalmente satisfactoria. Es cierto que mucha gente no llegará a tener Estrés Postraumático, pero de alguna forma, seguramente, éste hecho les marcará de forma negativa. Un reducido número de personas saldrá de forma natural más fuertes, y habrán metabolizado el hecho de la forma más satisfactoria posible. Se dice que éste tipo de personas tienen una gran “resiliencia”, pero son los menos.

A menudo, cuando sucede algo traumático, parece que queda atrapado en el sistema nervioso con la imagen, los sonidos, los pensamientos y los sentimientos originales. Ya que la experiencia está encerrada allí (de forma física, es decir, como redes neuronales), se continúa detonando cada vez que sucede algo determinado en el presente. Puede ser la base de situaciones sumamente incómodas y muchas veces de emociones negativas, como el miedo y la impotencia, que, aparentemente, no podemos controlar.  Estas son las emociones que están conectadas con la experiencia original y que están siendo detonadas.

¿Qué le ocurre a estas redes neuronales que no pueden ser metabolizadas / digeridas / procesadas? Al vivir una experiencia traumática, normalmente sentimos una serie de emociones negativas, como son el miedo, la ansiedad y el estrés. Estas emociones se localizan en una parte del cerebro, dentro del sistema límbico, llamada amígdala. El hipotálamo, dentro del sistema límbico, ordenará la secreción de la hormona cortisol y de la hormona y neurotransmisor adrenalina por parte de la glándula suprarrenal. Estas dos sustancias, el cortisol y la adrenalina, impiden que la experiencia sea “almacenada” en el cerebro de forma funcional. Es decir, las redes neuronales que guardarán en nuestro cerebro esta experiencia serán disfuncionales, y cuando lleguemos a la fase REM del sueño, no podrán ser metabolizadas de forma correcta, y serán necesarias muchas noches, meses, años, para que el recuerdo pierda la intensidad con la que fue almacenado en nuestro cerebro. En ocasiones estos recuerdos tienen, años después, la misma valencia que cuando ocurrieron.

Así sucede que en ocasiones, cuando echamos la vista atrás hacia un hecho traumático concreto, parece más bien que “reexperimentamos” en lugar de “recordamos”, porque siguen guardadas partes de la experiencia como son los sonidos, las reacciones físicas, los sentimientos, las imágenes…

Podemos entonces explicar los síntomas presentes: ansiedad, tristeza, pánico, ira, creencias negativas, baja autoestima, pesimismo, síntomas físicos (tensión, presión en el pecho, boca seca, nudo en el estómago, diarreas repentinas, etc.), etc. como “detonación” de una parte de un recuerdo traumático no procesado, o procesado de forma disfuncional o parcial.

Pero, ¿qué ocurre si no has tenido ningún Trauma con t mayúscula, al cual podamos “echarle la culpa” de lo que te está sucediendo?

Veamos, la gran investigación que se ha hecho y los años de experiencia de miles de psicólogos y psiquiatras que usan EMDR alrededor del mundo sobre millones de pacientes llevan a la siguiente conclusión: aparte de otros factores (genéticos, medioambientales, de alimentación, orgánicos, etc.), son principalmente las experiencias negativas que tenemos desde que comenzamos a tener un sistema nervioso desarrollado (en el vientre materno) las responsables de los distintos trastornos emocionales que sufrimos, así como de las partes negativas de uno mismo, que aún no llegando a ser patológicas, nos limitan como personas. Estas experiencias negativas son muy variadas: ser testigo o víctima de violencia doméstica, de violencia/abuso físico, sexual, o emocional; problemas de alcohol o drogas en la familia o en los cuidadores; negligencia, abandono, casas de acogida, adopciones, hospitalizaciones, etc.; separación o divorcio de los padres; pérdidas traumáticas; accidentes o heridas graves; problemas médicos o cirugías; traumas del embarazo; cambios en la vivienda o pérdidas de empleo; inmigración; haber estado en la cárcel; desastres (inundaciones, incendios, etc.); ser víctima o testigo de algún crimen; haber sido testigo y/o víctima de cualquier hecho traumático que haya supuesto un riesgo para la vida (muertes en la familia, pareja, amigos, compañeros de trabajo; accidentes de cualquier tipo; atentados, etc.); problemas con compañeros en el colegio; traumas escolares; bullying; humillaciones; complejos; dificultades del aprendizaje; trauma o abuso en el ámbito religioso; pesadillas recurrentes; problemas en la infancia: terrores nocturnos, no querer ir al colegio, etc.; y en general, cualquier otro recuerdo que haya sido negativo o se siga viviendo como algo negativo. Como se puede ver, existen Traumas y traumas.

Una de las razones que explican esta “vulnerabilidad” se encuentra en las experiencias tempranas, más específicamente en la relación que establece la madre con el hijo desde que éste está en su vientre hasta los 3-5 años. El estilo de crianza, el desarrollo del apego, juegan un papel muy importante en cómo el niño, luego adolescente y finalmente adulto, se enfrenta al mundo.

¿Seguimos? En nuestra consulta estamos formadas en este abordaje. Realizamos tratamiento con EMDR tanto para niños, adolescentes como adultos.