Esta tarde en nuestra octava sesión, X de 10 años me contaba que tenía miedo de explicar a sus compañeros lo que siente, a veces, muchas, se siente incomprendida, diferente.
Sus padres nos han pedido que le ayudemos a preparar una exposición para su clase, explicando que a veces se siente rechazada.
Le comenté que hoy iba a conocer a la persona que más le juzga, que más le critica. Le pregunté si quería entrar a la «sala blanca». Respondió que Sí.

La sala estaba vacía, le invité a sentarse en el sofá, delante del espejo.
¡Te presento a tu mayor crítica!
Y ahora, en la pizarra, vamos a escribir todos los mensajes que te repites cada día, que te hacen sentir «triste», «desmotivada» y «rabiosa». Rabia que descargas en casa y que luego te hace sentir mal y aumentar tu malestar.
Creo que no quiero seguir más. ¿Yo me trato así?
Hemos dado un primer paso en el proceso.
Seguimos…
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