Psicologia Sanitaria

Ese miedo a salir a la calle

Esta situación nos está cambiando, en muchos aspectos para bien. Tenemos tiempo para compartir con nuestros hijos, nos estamos conociendo un poquito mejor y de este modo reaprendiendo, sí, digo bien, aprendiendo a conectar con esas emociones «negativas» que no escuchamos, que conviven con nosotros en forma de inseguridad, de temor, frustración e incertidumbre.

Muchos vivimos modo «online», y de nuestras sesiones observamos que ya hay muchas personas con temor a salir de nuevo. Ayer en nuestra reunión vía Skype, nuestra compañera Silvia, psicóloga de adultos nos propuso este tema. La agorafobia, y el aprender a distinguirlo de la Claustrofia.

Os comparto su artículo, deseo que os guste.

AGORAFOBIA

La agorafobia es el miedo a los espacios abiertos y se engloba dentro de los trastornos de ansiedad.

Se inicia con un episodio en el que la persona, estando en un lugar abierto, exterior o lejos de casa, empieza a pensar que está en peligro sin una razón aparente.

Ese pensamiento activa inmediatamente la emoción del miedo y, a su vez, una reacción fisiológica en el cuerpo: Palpitaciones, sudores, calor, frío, mareo…

Esta reacción suele asustar mucho, llegando a temer a veces por la propia vida. Se acude, entonces, a los servicios de urgencias donde se les comunica que ha sido un ataque de ansiedad. 

Ahí es donde, si se interviene a nivel psicoterapéutico, se pueden evitar muchas complicaciones.

¿Por qué digo esto? Porque después de ese primer episodio tan traumático, lo que ocurre es que la persona desarrolla un MIEDO atroz a que le vuelva a suceder lo mismo, que es totalmente comprensible dado lo desagradable de la situación vivida.

  • Entonces la persona desarrolla varias estrategias con la finalidad de prevenir un nuevo episodio:
  • Evitar ir a ese mismo lugar donde sucedió el primer ataque y también a lugares parecidos.
  • Estar hiperatento, hipervigilante a cualquier sensación parecida a la que sintió durante el ataque.

Estas estrategias, lejos de prevenir el problema, lo mantienen y agravan:

Cada vez se evitan más lugares por lo que el miedo a volver a sufrir el ataque va en aumento. Y ese estar “hiperalerta” a los indicadores corporales acaba exacerbando los síntomas de ansiedad ya que, cualquier pequeña variación de las sensaciones, es atribuida a un signo de activación que genera miedo y es ese miedo el causante de la ansiedad.

Este trastorno puede llegar a ser realmente incapacitante si no se trata a tiempo.

Hay personas que acaban por no salir de casa, perdiendo el trabajo, el contacto social y, muchas veces, la pareja.

Son personas que necesitan mucho apoyo y buscan la seguridad. Les suele calmar y ayudar a ir a los lugares que temen estar acompañados de personas en las que confían.

CLAUSTROFOBIA

Es el miedo a espacios cerrados. También está dentro de la categoría de los Trastornos de Ansiedad.

Suele iniciarse tras un episodio en el que la persona, estando en un lugar interior cerrado (ascensor, tren, avión), de repente, se siente con la necesidad imperiosa de salir porque le falta el aire. Puede tener un ataque fuerte de pánico si se ve atrapado, sin opciones de salir en el momento en que le falta el aire, por ejemplo, si está en un avión y sabe que no puede parar y bajar cuando él lo necesita.

Muchas de las personas que manifiestan miedo a volar no es una fobia a volar sino claustrofobia.

Los pensamientos que surgen son de falta de control o falta de opciones. Manifiestan una sensación de atrapamiento que les agobia enormemente.

Al igual que con la agorafobia, es muy conveniente intervenir psicoterapéuticamente después del primer ataque o episodio para evitar complicaciones posteriores.

Después de ese primer episodio tan traumático, lo que ocurre es que la persona desarrolla un MIEDO atroz a que le vuelva a suceder lo mismo, que es totalmente comprensible dado lo desagradable de la situación vivida.

Las estrategias disfuncionales que se ponen en marcha aquí, con la intención de prevenir futuros ataques, suelen ser dos:

  1. Evitar lugares que no pueda salir cuando lo desee: aviones, trenes, ascensores, metros, manifestaciones… Le resultará más seguro ir en autobús cerca del conductor o en coche conduciendo él o con personas de confianza.
  2. Estar hiperatento, hipervigilante a cualquier sensación parecida a la que sintió durante el ataque.

Estas estrategias, lejos de prevenir el problema, lo mantienen y agravan:

Cada vez se evitan más lugares por lo que el miedo a volver a sufrir el ataque va en aumento. Y ese estar “hiperalerta” a los indicadores corporales acaba exacerbando los síntomas de ansiedad ya que, cualquier pequeña variación de las sensaciones, es atribuida a un signo de activación que genera miedo y es ese miedo el causante de la ansiedad.

Es un trastorno menos limitante que la Agorafobia. Ya que, a pesar de que limitan algunas de sus actividades relacionadas con los síntomas, pueden encontrar opciones para hacer otras actividades.

Por ello, muchas personas se “adaptan” a vivir con este síntoma hasta que no les queda otra que exponerse a situaciones o lugares temidos.

El problema se da cuando por trabajo u otras razones tienen que tomar trenes o aviones sin posibilidad de coche o autobús. Es ahí donde suelen acudir a terapia.

Lo único que les calma o da cierta tranquilidad es la sensación de opciones de salir cuando lo necesiten.

A diferencia de la agorafobia, no les marca la diferencia estar con alguien de confianza para calmarse o lograr quedarse en el sitio.