El mundo emocional es complejo, muchas veces repetimos lo que hemos aprendido sin darnos cuenta, es decir, vamos con el piloto automático, y aunque no nos funcione, seguimos y seguimos, repitiendo lo que conocemos.
A veces intentamos anestesiar el dolor, la tristeza, desconectar(nos), y aunque la idea es buena, no va bien con las emociones. Muchos hemos aprendido a evitar, suprimir y/o intentar controlar nuestras emociones. Recuerda:
“Las emociones reprimidas nunca mueren. Están enterradas vivas y saldrán a la luz de la peor manera”. Sigmund Freud.
La autogestión emocional, nos permite ser los propios dueños de nuestro proyecto de vida. Entrenarnos para sentir emociones “desfavorables o negativas”, saber para qué están ahí, que nos quieren decir es la clave para la construcción de nuestro bienestar. Comprender, entrenar e integrar la regulación emocional en nuestra vida nos permitirá disponer de herramientas fisiológicas, cognitivas y emocionales que nos ayuden a conseguir este bienestar. Anestesiar las emociones, no sentirlas sería como seguir con la anestesia después de una intervención quirúrgica. No notar lo que sentimos nos deja sin referencias sobre nuestro mundo interior y sobre los demás.
Te preguntarás, pero, ¿es posible tener algún control sobre las emociones o debo resignarme a que dominen mis actos?
Darle sentido a lo que sentimos es muy importante para que nuestro sistema emocional funcione.
A veces hay emociones que aparecen a consecuencia de otras, van produciendo nudos más complejos, antes de aprender estrategias para regular las emociones es importante has de aprender a permitirte sentir lo que sientes. Párate cada día 1′, con sus 60″. Empieza así, poco a poco. Empieza a notar, a sentir lo que durante tiempo has intentado suprimir, evitar o controlar.
Si no dejamos estar ahí nuestras sensaciones, el resto de los procesos que metabolizan la emoción no podrán tener lugar. Vamos con el nudo. Para deshacerlo hay que observarlo sin prisa, ver cuántos cabos lo componen, dónde nacen y qué curso siguen. Pero, de todos estos detalles el más importante es saber qué cabo debemos aflojar primero. Tras hacer esto, se trata de ir deshaciendo uno por uno y, al hacerlo, ir entendiendo cada vez mejor cómo está hecho hasta deshacerlo por completo. Los nudos emocionales también funcionan así. Este trabajo requiere paciencia, probar cosas, repetirlas, a veces necesitaremos una compañía o un guía en éste camino, es muy largo. Cada intento, es una oportunidad.
Probablemente lo más nocivo es aquello que nos ocurre en nuestra infancia, cuando estamos en etapas muy sensibles del desarrollo de nuestra personalidad y de nuestra mente.

“Si no está en tu mano cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontar ese sufrimiento”. Viktor Frankl
Debe estar conectado para enviar un comentario.